miércoles, 4 de marzo de 2009

Hoy/ Wilson Morfe

3 Marzo 2009, 9:58 PM
Constitución para el continuismo

La propuesta mantiene el sistema instaurado por Hipólito en 2002

Escrito por: ROSARIO ESPINAL

De 1966 a 1996, la República Dominicana vivió bajo el nubarrón de la supuesta indispensabilidad de Joaquín Balaguer para alcanzar progreso y orden.

El caudillo se empeñó en promover esa idea, y los sectores conservadores encontraron en él su tabla de salvación ante una sociedad cambiante con deseos de democratización.

La Constitución de 1966 sirvió de bastón institucional para apoyar los escandalosos fraudes electorales que casi siempre transportaron a Balaguer a la Presidencia. Recordemos las crisis de 1970, 1974, 1990 y 1994.

La Constitución de 1994, aprobada durante la última crisis que provocó una amañada reelección de Balaguer, finiquitó la reelección inmediata, pero dejó viva la reelección no consecutiva.

Por eso el caudillo no pudo postularse en 1996, pero sí en el 2000.

La Constitución de 2002 tuvo como único objetivo restablecer la reelección inmediata para que Hipólito Mejía pudiera competir en el 2004. Se instituyó además el “nunca jamás” después de una segunda postulación para apaciguar las voces anti-reeleccionistas dentro y fuera del PRD.

En todas estas reformas constitucionales el tema de la reelección ha sido central, y lo mismo sucederá ahora con la reforma que ha sometido el presidente Leonel Fernández al Congreso.

La propuesta establece que después de un período de gobierno y una segunda postulación inmediata, un ex presidente puede postularse nuevamente siempre que haya permanecido por lo menos un período fuera del poder.

Es decir, la propuesta mantiene el sistema instaurado por Hipólito Mejía en el 2002 de una reelección consecutiva, y agrega la posibilidad de postulaciones posteriores.

Esta fórmula es lo más cercano que existe a la reelección indefinida.

Parece que el presidente Fernández no se atrevió a proponerla para evitar un gran alboroto en su partido y en distintos sectores de la opinión pública nacional contrarios a la reelección.

En términos prácticos, el asunto es el siguiente: si se aprueba la modalidad que propone el Presidente, la nueva Constitución habilitará a Fernández y a Mejía para ser candidatos nuevamente.

Por el contrario, si se mantiene el sistema actual de una sola reelección, ninguno de ellos podrá ser candidato en el futuro. Durante las transiciones democráticas en América Latina, el ímpetu inicial fue limitar las reelecciones para combatir el continuismo y garantizar la alternancia. En años recientes, sin embargo, la tendencia ha sido a restablecer el reeleccionismo. El caso más reciente es Venezuela, donde mediante referendo, se aprobó la reelección para que Hugo Chávez pueda postularse en el futuro.

Cuando los presidentes latinoamericanos buscan quedarse en el poder, recurren con frecuencia a la construcción de un liderazgo mesiánico que enfatiza su indispensabilidad para alcanzar determinados objetivos.

Por eso, la pregunta concreta que deben hacerse los legisladores dominicanos sobre el tema de la reelección es la siguiente: ¿Son Leonel Fernández e Hipólito Mejía indispensables para el desarrollo de la República Dominicana?

Si la respuesta es negativa, entonces se debería mantener el sistema actual de permitir una sola reelección inmediata.

Siempre he apoyado un sistema electoral que permita una reelección presidencial inmediata para que la ciudadanía tenga la posibilidad de extender por un período la gestión de un presidente que evalúe positivamente.

Pero un excesivo reeleccionismo, como introduce ahora el proyecto de reforma constitucional, fomenta el personalismo y el caudillismo, y ambos son contrarios a la institucionalidad que requiere el afianzamiento de la democracia.

Antes de aprobar más reelección, los legisladores dominicanos deben pensar en el efecto nefasto que tendría en sus partidos, porque sin dudas, las postulaciones futuras de Fernández y Mejía dificultará el surgimiento de nuevos líderes.

A los legisladores del PLD y el PRD les ayudaría verse en el espejo del PRSC, un partido que ha sucumbido en gran parte por el legado del personalismo y el continuismo que le dejó Balaguer.

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